Por: Lizzette Velasco Parada
Cuando pensamos en el concepto de vivienda, se nos viene a la mente una sensación familiar, casa es nuestro lugar conocido, seguro, donde se desarrolla nuestra vida y por lo tanto es nuestro reflejo. Creemos, que al ser algo tan cotidiano, es muy fácil de interpretar, pero, ¿qué pasa cuando decidimos diseñar el proyecto de nuestra casa?
Contrariamente a lo que se piensa, el diseñar una vivienda exclusiva o, al gusto del cliente, es un programa complejo, ya que, en este proceso, atravesamos diversos análisis que nos van llevando por un proceso de decisiones que desembocan en la vivienda soñada. El reto es que la vivienda, debe reflejar la personalidad y gusto de sus vivientes, ser parte de su historia, y, al mismo tiempo, responder a premisas arquitectónicas, un diseño armónico e integral, ser funcional y practica para el día a día.
Dentro de los elementos a considerar en este proceso, está el análisis del terreno. Algunas veces tenemos la posibilidad de elegir un terreno y otras nos adaptamos a un terreno existente, en ambos casos, es muy importante considerar la correcta orientación y asoleamiento del mismo para diseñar la vivienda. Este paso inicial, nos garantiza una casa mejor climatizada, lo que genera una optimización de recursos de aire acondicionado o calefacción, dependiendo del caso. Dentro de los puntos a tomare en cuenta en el terreno, la topografía juega un factor muy importante también, ya que, al considerar y respetar las pendientes naturales, niveles, ángulos del terreno, acercamos más la arquitectura al lugar, buscando conversar en armonía.
Al adentrarnos en el diseño en sí, una parte fundamental es el análisis de necesidades de la familia que usara la casa, cuantos miembros tiene, las actividades que realizan, su dinámica diaria y sus gustos. A partir de ahí, los profesionales vamos guiando e interpretando cada uno de los requerimientos traduciéndolos en espacios, los mismos que deben ser diseñados para transmitir sensaciones, emociones e invitar a permanecer en ellos a través de los recursos utilizados de acuerdo a lo solicitado por los ocupantes.
Entre los principales recursos o elementos a tomar en cuenta en este proceso, me gustaría nombrar como pieza clave la iluminación. Esta es un factor fundamental en el diseño en general, en las viviendas, nos ayuda a crear espacios acogedores, posee el poder de transformar cada uno de ellos modificando su percepción espacial y formal. La luz natural no debe faltar en una vivienda, desde los ventanales de piso a techo y de pared a pared, hasta los tragaluces cenitales, que nos brindan la posibilidad de tener ambientes iluminados naturalmente durante el día, permitiendo un ahorro energético junto con grandes beneficios emocionales y físicos que nos da la energía solar.
La luz se une de manera muy estrecha con la vegetación, dentro de la arquitectura sustentable y biofílica que tiene mucha fuerza actualmente. El fusionar la vegetación y la arquitectura residencial, brinda sensaciones de calidez, esta comprobado que ayuda a lidiar con el estrés y dar mejor calidad de vida a los habitantes de la vivienda.
Otro elemento de gran importancia, está la correcta elección de los materiales, desde el tipo de obra gruesa donde definiremos que ladrillos utilizar, cuales paredes deben ser aplicadas con aislantes térmicos, que tipo de cubierta tendrá acorde al clima del lugar, etc., hasta llegar a los acabados finos que son los que proveen las texturas que unidas a los anteriores elementos, nos garantizan una vivienda perfecta para cada familia. No solo deben ser materiales de excelente calidad, durabilidad y resistencia, sino que deben ser los aliados perfectos del diseño y el medio ambiente, fusionándose entre sí, para ser partes de un todo.
La vivienda debe generar el sentido de pertenencia, debe cobrar vida al habitarla y ser tan nuestra que pueda hacerse poseedora de nuestros recuerdos y vivencias en un ambiente grato, cómodo y adaptado a la dinámica tan única como lo es cada familia.