El Día de la Mujer Boliviana se conmemora en homenaje al nacimiento de Adela Zamudio, pionera del feminismo en el país, quien además fue escritora, maestra y luchadora social por las mujeres. El Colegio de Arquitectos de Cochabamba (CAC) organizó un seminario para visibilizar su rol y destacar su aporte al rubro.
El Día de la Mujer Boliviana es una fecha importante para destacar su papel en la arquitectura, que debe estar plasmado de muchas reivindicaciones y visibilización, sobre todo las relacionadas al rol profesional que tiene en la sociedad, además de ser madre, esposa y abuela. Hay que reconocer que es el pilar en distintos ámbitos, el principal soporte en múltiples instancias.
El arquitecto Marcelo Ballesteros, presidente de la Sociedad de Investigación Académica (SIAC) del Colegio de Arquitectos de Cochabamba (CAC), indicó que se impulsa la visibilización de la mujer en la arquitectura desde hace muchos años a través de diferentes actividades. Uno de ellos es el evento que se viene realizando desde 2015 para reflejar a la mujer, la arquitecta, la profesional en el rubro, como valoración al rol femenino.
Por su parte, el arquitecto Gerson Alcocer Montaño, presidente del CAC, destacó que son valoradas, son respetadas, y que las mujeres arquitectas deben mirar hacia adelante, romper esa barrera generada hace mucho tiempo. Tener un espacio como eventos es una oportunidad para demostrar con sus intervenciones de qué está hecha una mujer y su potencial.
“Durante muchos siglos las mujeres pasaron desapercibidas, pero la historia reciente reconoce el papel de varias arquitectas. En plena época del empoderamiento femenino, toca rendir homenaje a aquellas que por años lucharon por ser reconocidas en el ámbito arquitectónico”, manifestó la arquitecta Grace Romero Rodríguez.
Acotó que el sector, hasta hace apenas unas décadas reservado solo para hombres, cuenta con numerosos ejemplos de mujeres en su historia. Las mujeres que son luchadoras, visionarias, transgresoras, han contribuido a la evolución de la profesión, aunque su aporte fue por mucho tiempo en silencio, a la sombra de sus homólogos varones, ante quienes, al día de hoy, se miden en igualdad de condiciones.
“Aunque aun queda un largo camino por recorrer, atrás quedaron los años en los que ser arquitecta era novedad, tiempos que les tocó vivir y luchar a las pioneras, quienes tras su estela se abrieron paso a grandes nombres que forman parte del capítulo de mujeres en la historia de la arquitectura”, hizo énfasis Romero.
La realidad laboral a nivel internacional
“La realidad laboral es difícil para las mujeres arquitectas, sea en el campo privado o en el personal. Nosotras somos multifacéticas, por todos nuestros roles (madres, profesionales, mujeres, hermanas) por eso hasta ahora no existe igualdad de condiciones, no hay un modelo de trabajo que se adapte a esta necesidad y tampoco flexibilidad”, expresó la arquitecta Romero.
Si bien el camino profesional ha sido difícil y sufrido, por ser marginadas, rezagadas, objeto de burla y discriminación durante la historia, destacó a algunas pioneras de la arquitectura como Julia Morgan, la primera mujer en titularse en la Escuela de Bellas Artes de Paris, en 1902; Ruth Rivera, la primera ingeniera arquitecta en México, y la primera directora del Instituto Internacional de Bellas Artes de México; Eileen Gray, precursora de la arquitectura moderna, quien está a la par de los padres de la carrera, Le Corbusier y Mies Van der Rohe.
Narró que Julia Morgan abrió a nivel global un campo muy amplio en el sector de la construcción, que muchas veces ha eclipsado la figura de la mujer en el rol de la arquitectura. En su carrera, fue apoyada por grupos de feministas, más del 30 % de sus proyectos fueron auspiciados por organizaciones que realizaron una importante labor de apoyo a la educación, reflejo del nuevo papel que la mujer ya reivindicaba a principios del siglo XX. Gran parte de sus obras las erigió en hormigón.
“Se puede decir que, a partir del 2004, comenzamos a ser reconocidas con el premio Nobel de la arquitectura, que es el Pritzker. Zaha Hadid, arquitecta de origen iraní, es la única mujer que ha recibido el galardón de manera individual, Kasuyo Sejima lo recibió, pero con su estudio, también sucedió esto con Yvonne Farrel y Shelley McNamara que tiene su firma”, agregó.
Remontándose a la prehistoria, la arquitecta recordó la participación activa de la mujer, su rol fue fundamental en el sector de la construcción porque intervino en el acondicionamiento, en los acabados, como por ejemplo las viviendas primitivas. Actualmente, la labor de la arquitecta ya está siendo reconocida y va por buen camino de valoración.
En el país falta aún ser visibilizado el trabajo de la mujer
“El mayor conocimiento que se ha promocionado y difundido a lo largo de la Historia de la Arquitectura, es la contribución realizada por los arquitectos, quedando invisibilizada en gran parte la labor de las arquitectas mujeres. Este hecho ha provocado que en distintos puntos geográficos del planeta surjan movimientos diversos que puedan visibilizar esta labor ausente”, contextualizó la arquitecta Patricia Dueri en una columna de opinión.
Aseguró que la labor de las mujeres en la arquitectura no ha sido claramente visibilizada, con algunas excepciones en Bolivia; como es el caso de la importante contribución a la investigación y registro de la Historia de la Arquitectura Boliviana por parte de la arquitecta Teresa Gisbert, quien en el año 1965 fue la primera mujer incorporada a la ¨Academia Nacional de Ciencias de Bolivia¨.
La organización del primer seminario impulsado por el CAC fue gracias a la presencia de la arquitecta argentina Inés Moisset, quien forma parte de la coordinación del equipo a cargo de la plataforma virtual “Un día | Una arquitecta” cuyo éxito a nivel mundial ha permitido visibilizar la labor de las mujeres en la arquitectura a lo largo de la historia, publicando una biografía por día.
“Por lo descrito ya existe un avance en la visibilización de las mujeres arquitectas a nivel nacional y local; pero queda pendiente un gran compromiso para trabajar en esta temática, aún reciente en nuestro medio; pero muy necesaria para lograr la equidad de género en la profesión”, expuso.
Experiencia y aporte en la arquitectura
La arquitecta Irma Quiroz Quinteros, docente de la facultad de Arquitectura de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), compartió su experiencia en la profesión, que es particular porque se enfocó en un ámbito específico: la tierra, para así empezar a trabajar y entender que, rompiendo las estructuras, se puede diseñar desde la energía.
“El camino que he tomado en mi profesión ha sido el de la tierra, en el trabajo con la tierra y más que todo con los seres humanos. Dentro de la arquitectura, a veces cuando diseñamos como concepto la materia, ya establecemos ciertos cánones, ciertas variables, pero cuando diseñamos con la energía cambian esos códigos”, detalló.
Ejemplificó el diseño desde la energía con el salar de Uyuni, que ya tiene una serie de trabajos hecha por el hombre, pero es la principal fuente que emite energía, entonces a los segundos de romper esa estructura, se debería pensar en el campo energético, la relación con el trabajo a realizar, respetar y entender los espacios naturales.
“Yo pienso que, para aprovechar el aprendizaje de la arquitectura, reflejar en un proyecto, romper los esquemas, hay que tocar y palpar el lugar donde vamos a construir”, dijo. Es una técnica fundamental para Quiroz, que también la ha enseñado con las personas de comunidades en las que realizó trabajos.
La arquitectura tiene diferentes formas de entender esa lógica constructiva, que al palpar y sentir en las manos se entiende. “Mi especialidad es fabricación de pintura al natural, también transmití mis conocimientos a los comunarios, porque quiero que participen, que sean conscientes del trabajo, volverlo de esa forma sostenible y que todos aportemos”, acotó.
Exteriorizó que es importante conocer la arquitectura nacional, de las raíces del país, porque si se quiere diseñar con energía, es vital estar al tanto de los códigos, comprenderlos porque son un principio y una manera de vida, es decir, una cosmovisión propia de Bolivia.
Irma Quiroz destacó uno de los códigos mencionados: la chacana. Tiene varios escalones en su estructura, bastante compleja su geometrización porque se refiere a ocho dimensiones, las cuales implican otras vidas. La chacana es un símbolo milenario aborigen de los pueblos indígenas de los Andes centrales en los territorios donde se desarrollaron tanto la cultura inca como algunas culturas preincas. “De ese modo, la gente empieza a tomar contacto con su identidad y a aplicar ese campo energético, porque si trabajamos con este código o símbolo que es la chacana, estamos integrando el componente de energía. Si desarticulamos los escalones de la cruz cuadrada, empezamos a desarrollar una arquitectura diferente”, aseveró.