Durante décadas se habló de él como el gran proyecto cultural de Egipto. Hoy, finalmente, el Gran Museo Egipcio (GEM, por sus siglas en inglés) se abre al mundo como un hito arquitectónico, museográfico y simbólico que aspira a relanzar el turismo y reafirmar la grandeza de la civilización egipcia. Situado en la meseta de Giza, justo al lado de las legendarias pirámides, este complejo se presenta como un puente entre el pasado milenario y las ambiciones de un país que busca proyectarse hacia el futuro.
En Contacto Construcción, exploramos sus orígenes y contexto, el proyecto arquitectónico y museográfico, los datos clave de su colección y estructura, las expectativas económicas y turísticas, las opiniones de autoridades locales, así como algunos de los retos logísticos y culturales.
La idea del Gran Museo Egipcio nació en los años noventa, cuando se reconoció la necesidad de reemplazar el antiguo museo del centro de El Cairo (conocido como el Museo Egipcio de El Cairo) que empezaba a mostrar sus limitaciones en espacio, conservación, flujo de visitantes y museografía moderna.
El proyecto tardó en iniciar por múltiples factores desde la planificación, financiación, tensiones políticas, conflictos en la región, la pandemia del Covid-19, exigencias de museografía y conservación, y finalmente la coordinación de múltiples instituciones nacionales e internacionales. En definitiva, no fue un simple “nuevo museo”, sino una obra de estado.
ARQUITECTURA Y DISEÑO MUSEOGRÁFICO
El museo se ubica a solo unos minutos de las pirámides de Giza, en la meseta de Giza, lo cual le coloca en un entorno cargado de significado histórico.
Su superficie ronda los 470.000 y 500.000 m², convirtiéndolo en uno de los complejos museográficos más grandes del mundo dedicados a una sola civilización. El diseño interior contempla más de 24.000 m² de salas de exposición permanente, además de zonas de exposiciones temporales, centros de conservación, jardines, espacios educativos, museos para niños, zonas de comercio y servicios.
“En términos de museografía, se apostó por una experiencia inmersiva, que combina tecnología moderna (realidad aumentada, multimedia, iluminación avanzada) con el carácter patrimonial milenario. Usamos el lenguaje que usa la Generación Z”, señaló el director del Gran Museo Egipcio, Ahmed Ghoneim.
Una de las piezas arquitectónicas centrales es una escalera monumental (The Grand Staircase) con vistas al exterior, zonas de exhibición de estatuas colosales (como la de Ramsés II) y grandes ventanales que permiten una relación visual con el entorno de Giza.
También se ha hecho hincapié en la sostenibilidad, el museo ha obtenido certificaciones ISO en gestión energética, salud y seguridad, calidad y medioambiente, y la certificación EDGE Advance para edificios verdes.
COLECCIÓNES EMBLEMÁTICAS Y ESCENARIOS DE EXHIBICIÓN
Uno de los grandes atractivos del museo es la reunificación de la colección completa de Tutankamon por primera vez desde su descubrimiento en 1922. Se exhiben más de 5 000 piezas, entre ellas la icónica máscara de oro, carros reales, joyería, cofres, objetos rituales.
También destaca la estatua colosal de Ramsés II, de unas 83 toneladas, el barco solar del faraón Khufu (o Keops) reconstruido y desplegado en el museo, y miles de artefactos procedentes de diversas regiones de Egipto, desde la prehistoria hasta la época romana.
La museografía organiza la exposición en grandes galerías temáticas y cronológicas, tales como, la transición desde el mundo moderno hacia el mundo faraónico es un hilo conductor. El visitante atraviesa un vestíbulo moderno, desciende por la escalera monumental, y luego se adentra en la profundidad del pasado egipcio. Además, el museo no es solo exhibición estática, incorpora centros de conservación donde se puede ver el trabajo de restauración en vivo, talleres educativos y un museo infantil que busca incorporar nuevas audiencias.
IMPACTO TURÍSTICO Y ECONÓMICO
El GEM se concibe como el centro de gravedad de una estrategia de reactivación del turismo, clave para la economía egipcia. El turismo es una de las fuentes principales de divisas del país, junto con el Canal de Suez, remesas y exportaciones.
La cercanía al aeropuerto de Giza (Sphinx International Airport) y nuevas infraestructuras permiten que el museo no solo reciba visitantes como parada, sino que fomente estancias más largas en Egipto, incluyendo visitas a Luxor, Asuán y otras zonas patrimoniales.
Según estimaciones, tras la apertura se podrían atraer 5 millones de visitantes al año, y a largo plazo superar los 7 millones o más. El museo también generará miles de empleos directos e indirectos, en restauración, hostelería, transporte, servicios culturales.
Este empuje turístico tiene un significado mayor, refuerza la identidad cultural egipcia como civilización milenaria, y proyecta al país como actor global no solo turístico sino también cultural y educacional.
RETOS LOGÍSTICOS, MUSEOGRÁFICOS Y CULTURALES
La magnitud del proyecto implica coordinación masiva: transporte, tráfico, seguridad, accesos. La dirección del museo deberá asegurar que el flujo de visitantes sea manejable, se han anunciado límites diarios (20 000 personas al día, por ejemplo) para garantizar calidad de experiencia. Integración del museo con infraestructura de apoyo, tales como hoteles, aeropuertos, transporte urbano/metropolitano, conexiones desde El Cairo. Cualquier deficiencia puede afectar la experiencia general.
Ingenierías de conservación exigentes, procedimientos como trasladar piezas de gran tamaño, restaurar barcos solares, consolidar estatuas colosales, asegurar condiciones de humedad, luz, seguridad. Para la institución exhibir una colección tan vasta exige narrativas claras para el visitante, riesgo de “aglomeración de piezas” sin hilo conductor, lo que podría restar valor pedagógico.
El museo tiene un gran valor simbólico: nacional, regional, global. Pero también conlleva expectativas muy altas (tanto de visitantes como de impacto económico) lo que implica presión.
Existe el riesgo de que el foco en los grandes faraones, los artefactos de lujo, eclipsen otros aspectos de la civilización egipcia: vida cotidiana, mujeres, trabajadores, diversidad cultural. Como un empleado del proyecto comentó, “la civilización egipcia no es solo reyes; es todo un pueblo que construyó esos reinos”.
La sostenibilidad del proyecto a largo plazo dependerá de atraer repetidamente visitantes, generar experiencia renovada, y no quedarse en el momento inaugural.
CONCLUSIÓN
El Gran Museo Egipcio marca un antes y un después: no solo por su escala, ni solo por sus piezas, sino por lo que representa para Egipto y para el mundo. Es la convergencia de milenios de historia, diplomacia cultural, ingeniería moderna y proyección global. Al abrir sus puertas, Egipto ofrece al mundo un manifiesto vivo de civilización, ofreciendo al visitante la posibilidad de atravesar el tiempo y de conectar con raíces que todavía resuenan hoy.
Sin embargo, la verdadera prueba comienza ahora: transformar ese símbolo en experiencia, ese acto inaugural en flujo sostenido de visitantes, en influencia académica, en impulso económico, y sobre todo en preservación viva de la historia. Como dijeron los responsables: que este museo sea “un faro para todos los que aman la vida y creen en el valor del ser humano”.
El tiempo dirá si el Gran Museo Egipcio cumple con esas expectativas; por ahora, ya se ha convertido en una nueva estrella en el firmamento cultural mundial.
