• febrero 1, 2025

LA ÉPICA FUNDACIÓN DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA

Dr. Arq. Victor Hugo Limpias Ortiz

La fundación y consolidación de Santa Cruz de la Sierra y la gobernación del mismo nombre, tiene una importancia histórica trascendental en la historia virreinal americana. Esta ciudad no sólo protegió la más extensa frontera española durante dos siglos y medio, sino que sus pobladores desarrollaron la agricultura, la ganadería y cuidaron que los proyectos misionales jesuíticos de Moxos y Chiquitos y los franciscanos del Chaco florezcan, incorporando a diferentes naciones indígenas al gran proceso de mestizaje cultural que hoy constituyen la cultura cruceña, oriental o llanera. Siguió jugando ese mismo rol estratégico durante los primeros 100 años de vida republicana, promoviendo la misión franciscana de Guarayos primero, consolidando el territorio de la nueva República en el norte amazónico, incentivando el comercio internacional a través del río Paraguay y aportando al país con los primeros campos petroleros en Camiri. No es exagerado señalar que, hasta la Guerra del Chaco, Santa Cruz de la Sierra definió la consolidación de dos tercios del actual territorio nacional. Por todo ello, el cómo nace esta ciudad, es significativo para valorar su trascendencia histórica.

En 1558, cuando empieza el proceso, Ñuflo de Chaves tenía 40 años y ya había sido el primer europeo en atravesar el continente; poseía los conocimientos (sobre el territorio, caminos y pueblos) y habilidades (estrategia, negociación, idiomas nativos, liderazgo) como para aspirar a ser gobernador de Asunción de Paraguay. Durante 18 años había realizado varias expediciones, todas por encargo de sus jefes Núñez Cabeza de Vaca y Martínez de Irala. Sin embargo, cuando debió tocarle en 1556, fue designado Gonzalo de Mendoza como gobernador, quedándole claro que no podría aspirar a ese cargo a pesar de sus méritos. Por ello, cuando el nuevo gobernador decidió fundar una ciudad en los Xarayes y lo puso al mando de la expedición, Ñuflo comprendió que era su última oportunidad para dejar una huella en la historia.

En ese marco, Ñuflo salió de Asunción del Paraguay en marzo de 1558 con 143 españoles y 1.500 indígenas amigos, veinte caballos y yeguas, ganado, plantas semillas, armas y municiones, viajando en 24 navíos de vela y remo y 120 canoas. No le resultó fácil, pues en poco más de un año de viaje perdió a la mayor parte de sus coterráneos, 26 en la emboscada de los Guatos y Parayas del 29 julio de 1558, 17 en la batalla contra los Gorgotoquis el 10 de mayo de 1559, además de 500 indígenas amigos. Con esas pérdidas, e informados de la muerte y reemplazo del gobernador Mendoza por Francisco de Ortíz y Vergara, un grupo de 70 españoles, liderado por el Gonzalo Casco, se rebela y el 24 de junio lo abandonan y regresan a Asunción, con la intención de denunciarlo por no cumplir la orden de fundar una ciudad y avanzar sobre nuevos territorios sin autorización. Para entonces, la expedición ya había perdido 1.200 indígenas, contando los 700 que se volvieron con los españoles rebeldes a Asunción. Para mediados de 1559, la expedición había quedado reducida a 40 españoles y alrededor de 300 indígenas, unos correspondientes a la partida original y otros de la región de Chiquitos que se habían incorporado paulatinamente.

Comprendiendo que no podía regresar a Asunción sin poner en riesgo la vida y la de su gente, el 1 de agosto de 1559 funda Nueva Asunción en la orilla derecha del río Guapay, en donde se prepara para una larga estadía. Con ese gesto de rebeldía, rompe con la orden asunceña y se prepara para consolidar su proyecto de ocupar y consolidar una ciudad entre Asunción y La Plata, capital de la Audiencia, y convertirla en sede de una nueva gobernación, de la cual sería gobernador. La providencia le ayudó, ya que pocos días después de fundar la nueva población, casualmente entró en contacto con gente de Andrés Manso, quien venía desde La Plata (Charcas) explorando la zona cordillerana y la región del río Parapetí o Condorillo. Al no ponerse de acuerdo ambos capitanes sobre quien tenía derechos sobre el nuevo territorio, Manso acepta que Chaves viaje a Lima para que sea el mismo Virrey Andrés Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, quien defina la situación. Chaves sale a la capital del Virreinato en noviembre y llega a ella en enero de 1560. Le acompañaban una decena de españoles y varios indígenas. En Nueva Asunción quedaron 60 españoles de Manso y 27 de Chaves, además de una buena cantidad de indígenas.

El 15 de febrero de 1560, Chaves logró aquello por lo que había trabajado: luego de escuchar sus argumentos, el Virrey decreta la creación de la Gobernación de Mojos y si bien se la asigna a su hijo que vivía en Chile, define a Chaves como responsable del nuevo territorio, nominándolo Teniente General de Gobernación. Según Humberto Vásquez Machicado, la creación de esa gobernación, casi coincidente con la creación de la Audiencia de Charcas, representa el punto de partida de la realidad histórico-geográfica que hoy conocemos como Bolivia.

Volvió Chaves a Nueva Asunción con los españoles que le habían acompañado y otros que posiblemente se le unieron en Lima o en el trayecto y ya con la ley a su favor, realiza varias expediciones por la zona a partir de agosto de 1560. Para diciembre de ese año tenía elegido el sitio para su capital y puso a españoles e indígenas a trabajar en el lugar, preparándolo para una fundación formal, esta vez, con la legitimidad virreinal requerida. En un lugar fácil de defender, abastecido con agua, buena tierra y madera, y a medio camino entre la laguna de los Xarayes (Río Paraguay) y las primeras estribaciones andinas, funda Santa Cruz de la Sierra el domingo 26 de febrero de 1561. Al hacerlo, daba un paso fundamental en la consolidación de “su” Gobernación, independizándose de la del río de La Plata, u capital y única ciudad, Asunción. Paralelamente, ambas ciudades terminan incluidas en la recién fundada Real Audiencia de Charcas.

La fundación se ejecutó con 76 españoles presentes y algunos centenares de indígenas (no hay cifra documentada, pero debió ser de varios cientos y hasta más de un millar), El 20 de abril siguiente, se distribuye las tierras y encomiendas (asignación formal de nativos a cada peninsular) a un total de 80 españoles (90 dice el documento), incluyendo a algunos que no estaban presentes en el acto formal de fundación del 26 de febrero. El listado de ese repartimiento de encomiendas es un documento extraordinario, el cual permite conocer con precisión quienes fueron, tanto españoles (con sus nombres y apellidos) como indígenas (los nombres de sus líderes y de cada nación o parcialidad), los que fundaron la ciudad y las naciones amigas del territorio de la nueva gobernación.

El documento deja en claro también que en esa fundación no había indígenas de la zona andina de Charcas, lo cual no debe extrañar, considerando que la sostenida demanda de mano de obra en la zona minera de Potosí era muy elevada como para que las autoridades autoricen el envío de nativos andinos a otras regiones. Los españoles eran en su mayoría, extremeños como su líder, andaluces, vascos y castellanos, incluyéndose algunos catalanes y gallegos. Entre el centenar de naciones indígenas listadas se encontraban gorgotoquis, quibaracoas, mayaes, quiachicoas, capecocís, tarapecocis, camaranos, zoporococís y tomacocíes, entre muchos otros. Los autores estiman en al menos 300 y hasta 2.000 la cantidad de indígenas fundadores. Ese listado exhaustivo, el más diverso de su tipo que se tenga documentado, demuestra que la ciudad de Santa Cruz de la Sierra nació multicultural, empezando ese 26 de febrero de 1561 un proceso de mestizaje que terminaría construyendo una nueva cultura: la cruceña. Los cruceños definirán una síntesis cultural compleja y dinámica, a partir de la fusión obligada de los dos grupos de pueblos que ese día se integran formalmente: los peninsulares (que entonces no eran uno, sino varios) y los americanos (aún más diversos), quienes en esa región, aislados del resto del mundo, compartirán tierra, suerte y destino, trascendiendo la estigmatización de quienes, aún en pleno Siglo XXI, persisten en la falsa leyenda negra que surgió del interés geopolítico anglosajón  se mantiene alimentada por los sentimientos de culpa del europeo contemporáneo.

Visión lograda

Bajo el liderazgo visionario de Ñuflo de Chaves, la nueva ciudad de orillas del Sutós nació como la más mediterránea población española de toda América. Ninguna ciudad hispanoamericana ni gobernación estaban tan lejos del mar como Santa Cruz de la Sierra. Luego de un complejo proceso de fundaciones y traslaciones, quedará finalmente afincada a orillas del Piraí a partir de 1621-22. Durante cuatro siglos, Santa Cruz de la Sierra esperó paciente “su hora” como anticipó Rómulo Gómez Vaca.  A partir de la fuerza de la cultura e identidad, de orgullo y trabajo heredados  de sus fundadores, la actual metrópoli y su departamento hoy se levantan firmes y pujantes, como síntesis cultural nacional y continental, mirando sus pobladores al futuro con la seguridad y confianza propias de un pueblo que venció las mayores adversidades, sabiendo que las mejores páginas de la historia cruceña, aún están por escribirse.